En esta época, el mundo andino vive un momento del año muy especial. Las fiestas y carnavales religiosos son un momento en que la comunidad- en su mundo terrenal -se conecta con el de los dioses, a quienes piden por la abundancia, la fortuna y buenas cosechas. También es tiempo para agradecer por los cultivos que comienzan a hacerse notar, o por los nacimientos de “llamitos”.

En medio de las carnavales, celebraciones y bailes, las tradiciones son vestidas por eventuales mantos de lluvia que han permitido a los primeros brotes y frutos germinar, tales como la papa, la quinoa o el chañar.

Los carnavales se celebran al final de la época de lluvias, tiempo equivalente al transcurrido entre febrero y marzo de nuestro calendario Gregoriano, sin embargo, no poseen una fecha fija en nuestro calendario pues para las culturas andinas, el tiempo y espacio están ordenados bajo un calendario luni-solar que se dividía en trece meses.

Las festividades son acompañadas por la sonidos y canciones creadas por músicos locales que tocan en vivo mientras marchan utilizando variados instrumentos musicales, tales como: zampoñas, tarkas y waakaras. Cada instrumento evoca un significado o intención diferente por lo que cada uno es utilizado en fechas específicas, según lo que representa, nada es al azar.

En febrero, durante la época de lluvia y carnaval, en la Anata andina (o la fiesta de agradecimiento al chañar),  son utilizados instrumentos dulces y delicados, asociados al tiempo húmedo, cálido y lluvioso. La tarka (uno de los tipos de flautas andinas) y la wankara (un instrumento de percusión similar a un tambor) son ejemplos de los instrumentos que podemos escuchar en estas fechas.